Desde mi primer acercamiento a la Costa Chica hace más de quince años, lo primero que atrapó mi atención fueron las mujeres costeñas, mujeres independientes, autónomas, libres y líderes en sus familias y comunidades. Con el paso del tiempo me he dado cuenta del enorme eco que hacen con mi historia personal;  fuí criada por mi tía y mi madre, mujeres de los valles centrales de Oaxaca que tienen total autonomía en sus vidas.

Esta es la película que le prometí (o que yo me prometí tal vez) a Catalina, una mujer que me acogió y que no me soltó nunca. Y por eso para ella el tiempo, la eternidad, su retrato entretejido con el retrato de las mujeres que siguieron apareciendo en cada una de mis visitas a la Costa Chica. Mujeres que disfrutan de su sensualidad y su sexualidad, que aman bailar, cantar, pintar, cocinar, viajar. Y yo me vuelvo parte del relato a partir de mi entrañable relación con cada una de ellas y de la búsqueda a las respuestas de lo que me preguntan y yo me vengo preguntando hace años: ¿me voy a casar? ¿quiero tener hijos? ¿por qué no conseguirme “un negro de allá” como ellas me dicen? ¿por qué no dejarlo todo para ir a la Costa a fumar mientras esperamos las tortugas que desovan en la playa? Somos más parecidas de lo que a simple vista se puede ver.